Princesa es como llamo a Ari, la gata que lleva casi 11 meses acogida en mi casa.
Me la trajeron en abril como un CES (Capturar, Esterilizar y Soltar) con 4 pequeñajos de mes y algo que aún mamaban. Me la trajeron unas conocidas gateras y me pidieron el favor enorme de tenerla en casa hasta que los peques se pudieran adoptar y ella volver a su colonia.
La gran sorpresa fue que la vi malita y al llevarla al vete salió positiva a inmuno, FIV. Con ese positivo soltarla en la calle era un poco riesgo, cualquier enfermedad que cogiese iba a tener peor recuperación. También vimos que era muy buena y decidí darle una oportunidad. Y aquí sigue después de casi 11 meses.
Tengo que reconocer que al principio lo pasé muy mal con ella, todo el día asustada, no salía de debajo del mueble de la cocina y tenía que sacarla de ahí para ponerla encima y darle mimos. Mi gran sorpresa llegó al mes y medio cuando la oí ronronear por primera vez, sabía que íbamos por el buen camino.
En agosto avanzó un poco más y decidió hacer vida fuera de la cocina y desde entonces se pasa muchas tardes y noches en el salón. Eso sí no se sube al sofá si estoy yo; ella se tumba en su cunita y en las sillas. Aunque la señorita cuca duerme en el chaiselongue por la noche.
Durante este tiempo ha descubierto lo que es estar cuidada y querida, le encantan los mimos y hasta que le rasque la tripa, algo no tan corriente en los gatos. Aunque su gran descubrimiento, sin duda alguna, ha sido el PAVO. Le encantan las lonchas de pavo y todas las noches me pide, pero esto no puede ser.
Espero en un tiempo encontrar una casita para ella donde esté igual o mejor que aquí. Y yo también poder decansar de gatos por mi alergia.
Aquí la tenéis de sábado por la mañana en el mueble de la cocina tomando el sol, si existe la reencarnación yo quiero ser un gato casero:
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